La biblioteca escolar hace unos años atrás era considerada en
las instituciones educativas como un aula de estudios, un lugar de
almacenamiento y distribución de libros, un espacio poco atractivo con carteles
que exigían “Silencio”, una bodega donde se guardaba todo aquello que ya no era
funcional en los diferentes departamentos de los centros educativos, e
inclusive un lugar de castigo, donde los docentes enviaban a los (as)
estudiantes que no trabajaban en clase o que se portaban mal.
Actualmente, la biblioteca escolar ha adquirido un concepto
más innovador, convirtiéndose en el eje central de la institución, con variedad
de materiales impresos y recursos tecnológicos al servicio de los y las
estudiantes, como un laboratorio de aprendizaje que permite investigar, pensar,
crear y expresarse. Los usuarios pueden manipular los materiales y equipo
tecnológico. Es un lugar más atractivo y acogedor. Se realizan diferentes
actividades y participa en el proceso de enseñanza – aprendizaje involucrando a
toda la comunidad estudiantil. La biblioteca escolar se convierte entonces en
un Centro de Recursos para el Aprendizaje.
El bibliotecólogo (a) juega un papel muy importante en esta
transformación, participa activamente del planeamiento educativo, su relación
con el usuario es más personalizada, es una persona activa y dinámica,
preocupada por satisfacer las necesidades de información de sus usuarios, está
pendiente de la organización de la biblioteca y se encuentra constantemente
actualizando sus conocimientos para ofrecer un servicio de calidad, eficiente y
eficaz.