El proceso de
contacto y de la conquista y de la colonia en Costa Rica dio origen desde la
llegada de Cristóbal Colón, en 1502, a la costa caribeña, frente al actual
Puerto Limón. Allí durante unos pocos días estuvo el Gran Almirante, estableció
contacto con las comunidades indígenas que habitaban la zona y las valoró
altamente. Fue, luego, hasta 1519, que Gonzalo Fernández de Oviedo, penetrando
por el Golfo de Nicoya, estableció nuevo contacto con las comunidades indígenas
de la región, y se inició el proceso de penetración y conquista de Costa Rica,
que se prolongó hasta la década 1560-1570, cuando lograron establecerse en el
Valle Central, fundando Cartago y ejerciendo control del centro del país y del
territorio como de las poblaciones hasta ese momento contactadas.
La violencia impuesta
por los españoles adquirió diversas formas e intensidades. La expropiación de
los territorios, que pasaron a manos de la Corona española, estableciéndose con
ello un nuevo modelo de propiedad, la propiedad privada realenga o real, y de relaciones laborales, en las cuales los
indígenas ya no trabajaban para ellos, sino que lo hacían para otros, los
dominadores fue la base de la violencia impuesta.
A ello se sumó la
violencia política, el desconocimiento de las autoridades indígenas, y la
imposición de las autoridades monárquicas y la de sus representantes en los
territorios que empezaban a recorrer, conocer y dominar. Se agregó la
destrucción, hasta donde se pudo, de los valores religiosos locales para
imponer los valores religiosos de los conquistadores y colonizadores, la
religión católica, y con ello los valores de resignación, sumisión y de ganarse
el cielo, después de la muerte, habiendo cumplido, aceptado y acatado como
buenos cristianos, lo que se les imponía y obligaba. La religión se convirtió
en la factor moral de la conquista. También se salvaban almas para el
cristianismo.
La violencia militar,
de armas y medios de guerra superiores a los empleados por los indígenas, armas
y pólvora, armaduras de hierro, caballos…sometimiento por la fuerza y el temor
a la obediencia política, económica y religiosa.
La violencia
jurídica, la imposición del Derecho y las Leyes españolas, que justificaba lo
que hacían los españoles, los conquistadores y colonizadores, y obligaba a los
indígenas a la obediencia y al acatamiento de los actos impuestos, bajo pena de
sanciones y hasta de la vida.
Las formas de
violencia social impuestas que alteraron costumbres, hábitos, usos, costumbres,
idioma, imposición del castellano o el español, de comidas, de vestidos, con lo
que se procuraba identificar más al conquistado con el conquistador, fue parte
de este proceso violenta de conquista y colonia.
A ello se sumaron las
pestes y enfermedades traídas por los europeos, para las cuales no estaban
preparadas las comunidades indígenas, produciendo devastaciones poblaciones. La
presencia europea significó una gran catástrofe demográfica. Se calcula que la
población del continente a la llegada de los europeos oscilaba entre 90 y 110
millones de habitantes, la de Centroamérica entre 5 y 7 millones y, la de Costa
Rica, alrededor de los 500.000 habitantes, y hay quienes afirman que pudo haber
llegado al millón de habitantes. En el caso costarricense en 1800 la población
andaba alrededor de los 30.000 habitantes, en 1821, rondaba en los 50.000 y en
el periodo de la guerra de 1856-1857, era de 100.000 habitantes. Cuando no
fueron los enfrentamientos militares la causa del despoblamiento, o las
enfermedades, fueron los traslados de población que se hacía hacia Sur América,
a trabajar, o por decisión de las mujeres de inhibir su fertilidad o
interrumpir sus embarazos causados por la violencia ejercida contra ellas. Y
junto a esto las huidas de población indígena a la región de Talamanca, que
durante muchos años permaneció indomable.
La resistencia
indígena a la dominación y violencia impuesta fue permanente. En distintas
partes se enfrentaban con dificultad y desigualdad militar los indígenas a los
conquistadores y colonizadores. En distintos momentos con mayores intensidades
y dramatismo.
Desde finales del
siglo XVII y principios del siglo XVIII los enfrentamientos de resistencia
adquieren intensidad y dramatismo. Uno de los episodios más importantes de esta
lucha se produce justamente a principios del siglo XVIII, cuando desde 1709 se
gesta un movimiento de varias comunidades indígenas se sublevan, con sus jefes
indígenas, siendo el más destacado Pablo Presbere, que destruyeron varios
pueblos misioneros en las regiones de Cabécar, Urinama y Chirripó, quienes
habían concentrado sus fuerzas en la zona de Suinsi. Contra ellos se organizó
una gran expedición militar en 1700. Resultado del enfrentamiento fueron
capturados más de 700 indígenas, entre ellos sus jefes políticos y militares y
el mismo Pablo Presbere, que era el Gran Líder de la Rebelión. Alrededor de
10.000 indígenas se sublevaron dirigidos por Presbere. Varios meses habían
durado los enfrentamientos. Sin poder capturar a todos los alzados, las tropas
coloniales se retiraron a Cartago llevándose los prisioneros, que en el camino
a Cartago se calcula que murió el 40% de ellos. La sublevación en 1709 del
Cacique indígena, de la región de Suinsi, Pablo Presbere, mantenida por dos
años, agrupó a varias comunidades de la región, desde el Chirripó hasta la
Bahía del Almirante en Panama.
Para los indígenas en
algunos aspectos fue un éxito su lucha, sobre todo porque no pudieron
emplearlos en el trabajo en las plantaciones o haciendas de cacao en Matina,
manteniéndose Talamanca como zona indómita, soberana hasta finales de la
Colonia e inicios del régimen republicano en el siglo XIX.
Pablo Presbere reunía
las condiciones de líder político, religioso y militar, sin ser un guerrero en
el sentido estricto.
El juicio que se le
siguió a Presbere fuere relativamente sumario. Detenido y juzgado en Cartago,
desde junio, se le sentenció a la muerte el 1 de julio de 1710, matándole el 4
de julio, desmembrándolo para aterrorizar y atemorizar a las comunidades
indígenas.
En la Sentencia se
decía: "...fallo que de condenar al dicho Pablo Presbere por lo que contra
él está probado, sin embargo, negativa que tiene hecha en su confesión, que sea
sacado del cuarto donde le tengo preso y puesto sobre una bestia de enjalma
llevado por las calles públicas de esta ciudad con voz de pregonero que diga y
declare su delito, y estramuros de ella, arrimado á un palo, vendado los ojos,
ad módum deli sea arcabuzceado, atento a no haber en ella verdugo que sepa dar
garrote; y luego que sea muerto le sea cortada la cabeza y puesta en alto que
todos la vean en el dicho palo...".
Esto ocurrió bajo el
período del Gobierno colonial dirigido por el gobernador Lorenzo Antonio de Granda y Balbín.
Durante el juicio
Presbere se negó a declarar denunciando a los otros líderes indígenas de la
sublevación y asumiendo él toda la responsabilidad de la misma. Los otros
líderes indígenas, en los interrogatories, algunos de ellos, sí señalaban a
Presbere como el principal lider de la sublevación.
De esa región fueron
sacados hacia Jamaica más de 2000 indígenas, que en 1722 se reclamó su regreso,
pero habían sido vendidos como esclavos a los mosquitos, aliados de los
ingleses.
La sublevación de
Pablo Presbere permaneció en la historia oral indígena, se recogió en la
documentación oficial de la conquista y colonia, y exaltó permanentemente el
espíritu indomable y libertario de las comunidades indígenas.
El 19 de marzo de
1997 la Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica declaró a Pablo Presbere “Defensor de la
Libertad de los Pueblos Originarios”, y por Decreto Ejecutivo se Declaró el 4
de julio como el Día de Presbere.
Un colegio de
secundaria que llevaba su nombre, ubicado en Calle Blancos, del Cantón de
Goicoechea, en San José, se cerró en 1987.
Fuente: uned.ac.cr/acontecer/a-diario/juncos/51-a-diario-/gestion-universitaria/4109-pablo-presbere-defensor-de-la-libertad-de-los-pueblos-indigenas-originarios