Batalla de Rivas

 



Batalla de Rivas. Se conoce este hecho histórico con el nombre de Batalla de Rivas, debido a dos batallas que se sucedieron durante la Guerra Nacional en 1856, conocida en Costa Rica como Campaña Nacional, entre las fuerzas del ejército de Costa Rica, dirigidas personalmente por el Presidente Juan Rafael Mora Porras, y el ejército filibustero estadounidense dirigido por William Walker, en la ciudad de Rivas, Nicaragua.

Historia

William Walker, al mando de un grupo de 57 filibusteros desembarca en el puerto nicaragüense de El Realejo (Océano Pacífico), el 16 de junio de 1855. Venían contratados por Francisco Castellón Sanabria y Máximo Jerez Tellería, del bando democrático, un grupo de liberales que se habían alzado en contra del gobierno del presidente legitimista Fruto Chamorro Pérez, el cual había muerto el 12 de marzo del mismo año en la ciudad de Granada (Nicaragua).

El objetivo del bando democrático era que los filibusteros ayudaran a obtener la victoria sobre el bando legitimista, William Walker traía sus propios planes: quería consolidar su presencia en el sur de Nicaragua y el norte de Costa Rica para garantizarse una posición estratégica en cualquier negociación para una eventual construcción de un canal interocéanico en la Vía del Tránsito, en aquella época, centro de disputa entre los Estados Unidos y el Reino Unido. El 20 de junio de 1855, el Lic. Francisco Castellón, mediante decreto otorga el grado de coronel del ejército democrático a William Walker.

Después de la primera Batalla de Rivas, entre julio y noviembre de 1855 y tras diversas ofensivas enmarcadas dentro de la Guerra Nacional de Nicaragua, William Walker había logrado hacerse, con el control del gobierno nicaragüense del presidente provisorio Patricio Rivas, el cual, bajo presión de Walker, había firmado un decreto de "colonización" para atraer más filibusteros y colonos estadounidenses a Nicaragua. En su paso hacia Rivas tomó el puerto de San Juan del Sur en el Pacífico y el de la Virgen en el Lago de Nicaragua. El 8 de abril, Mora y sus hombres llegaron a Rivas donde el Jefe del batallón de defensa Byron Cole decidió retirarse. William Walker ataca el cuartel del estado mayor de nuestro ejército, pero José María Rojas y Francisco Rodríguez intervinieron valientemente para rechazar el ataque.

Lo cual significaba para la integridad territorial costarricense, una gran amenaza, por lo que el presidente de Costa Rica, Juan Rafael Mora Porras, -conocido como don Juanito- en 1856, declaró la guerra a William Walker, un aventurero estadounidense que llegó a Nicaragua en 1855 y rápidamente tomó el poder. Walker pretendía extender sus dominios a toda Centroamérica y convertirla en un imperio esclavista. El éxito y la victoria que tuvieron los costarricenses en la Batalla de Santa Rosa, el 20 de marzo de 1856, les proporcionó mayor confianza para continuar la marcha hacia Nicaragua y enfrentar el ejército filibustero.

En su paso hacia Rivas tomó el puerto de San Juan del Sur en el Pacífico y el de la Virgen en el Lago de Nicaragua. El 8 de abril, Mora y sus hombres llegaron a Rivas donde el Jefe del batallón de defensa Byron Cole decidió retirarse. William Walker ataca el cuartel del estado mayor de nuestro ejército, pero José María Rojas y Francisco Rodríguez intervinieron valientemente para rechazar el ataque.

Segundo enfrentamiento

El 11 de abril de 1856 se produjo un segundo enfrentamiento entre el ejército de Costa Rica y los filibusteros. Walker y su gente atacaron sorpresivamente la ciudad de Rivas, cuyo objetivo fue tomar prisionero al presidente Mora y su Estado Mayor, pero afortunadamente el ejército costarricense impidió que cumplieran su cometido.

Los filibusteros ocuparon estratégicamente un edificio situado en el campo de batalla llamado el “Mesón”, desde el cual podían atacar a los costarricenses. La táctica del ejército costarricense era desalojarlos de ahí, y la mejor alternativa fue quemar el “Mesón de Guerra”. Para la ejecución de esta maniobra, sobresalió la figura del tamborcillo alajuelense Juan Santamaría, quien ejecutó tan importante hazaña y obligó a los filibusteros a abandonar el Mesón, pues corrían el riesgo de que en uno de los tantos de ataque pudieran ser víctimas del fuego. Bien colocados en el Mesón, a los filibusteros les resultaba muy fácil controlar la situación, dando la señal de alerta con disparos en contra del ejército costarricense.

Pasado el combate de Rivas, los soldados costarricenses regresaron al país a raíz de la epidemia que se desató, conocida como la “peste del cólera”, que causó la muerte de muchos compatriotas.

Juan Santamaría en la quema del “Mesón de Guerra” en 1896, óleo sobre tela, del pintor costarricense Enrique Echandi

Tanto la Batalla de Santa Rosa como la de Rivas, ocasionaron grandes pérdidas económicas y humanas. Pero fue una gran gesta heroica donde se luchó por la soberanía del país y evidencia que a pesar de las adversidades, si se combate con amor a la Patria es posible vencer los obstáculos y, sobre todo, aquello que atente contra nuestra libertad, los valores, la paz y la nacionalidad

La batalla se prolongó por muchas horas, con abundantes bajas en ambos bandos. 500 bajas costarricenses y de 200 a 250 en el ejército filibustero, según narra Iván Molina en su libro “La Campaña Nacional 1856-1857”.Según Jerónimo Pérez,

Con toda esta motivación los costarricenses tomaron la ofensiva y en pleno combate el General Cañas exclamó: -“¡Muchachos, ¿No habría entre tantos valientes alguno que quiera arriesgar la vida, incendiando el Mesón para salvar a los compatriotas?”.

-El soldado Juan Santamaría contestó en el acto: “Yo iré: pero les encargo a mi madre”.

De inmediato se le improvisa una tea, partió a la carrera y la aplicó al alero suroeste del Mesón, fue herido en el brazo derecho, pero siempre tuvo oportunidad de quemar el mesón, cayó en tierra mirando al cielo, con el convencimiento de que su obra habia sido consumada.

Fue así como los filibusteros no lograron su objetivo y huyeron del mesón. Posterior a la toma de la ciudad, el ejército costarricense tenía planeado asegurar primero el control sobre Rivas y los puertos de La Virgen y San Juan del Sur y, posteriormente, atacar Granada. Sin embargo, estos planes se frustraron por la llegada de una epidemia de cólera, que obligaría a regresar a Costa Rica, donde la enfermedad se cobró cerca de 10.000 víctimas (casi el 10% de la población del país en esa época).

Mora y su hermano José Joaquín dejaron a José María Cañas al mando de las tropas costarricenses. La Campaña sería suspendida hasta el año siguiente, cuando se reanuda con la Campaña de la Vía del Tránsito, que tiene como objetivo el corte de suministros a los filibusteros a través del Río San Juan, fronterizo entre los dos países, y que a la postre determinaría el triunfo definitivo de los centroamericanos sobre los invasores.

Francisca Carrasco

Francisca (Pancha) Carrasco. Durante la batalla de Rivas se destacó una mujer llamada Francisca Carrasco, conocida como Pancha Carrasco. Ella tomó el fusil, ayudó a rescatar el cañón costarricense y sirvió al presidente Mora. Lo hizo porque sabía leer y escribir, algo que era poco frecuente entre las mujeres de la época. Primero colaboró como secretaria y después como mujer soldado en Rivas e, incluso, defendió al presidente cuando los filibusteros quisieron tomar como prisioneros a los nacionales. Por su valor, Carrasco recibió una medalla y cuando murió se le rindieron honores de general.

Fuente: https://www.ecured.cu/Batalla_de_Rivas